Yo puedo sola

Cuantas veces me habré repetido en mi cabeza: «Yo puedo sola».

Cuando era pequeña le decía a mi madre: «Yo solita». Cuando intentaba ayudarme, yo quería hacerlo sola, sin ayuda. Pedir ayuda es algo que me cuesta, siempre me ha costado. Es como si al pedirla todas mis habilidades y recursos se fueran por la ventana. Como si de repente ya no fuera la mujer adulta y capaz que me siento.

Quisiera poder decirlo fácilmente sin sentir que mi fuerza interna se me escapa. Con el tiempo he aprendido que pedir ayuda no me hace más débil, me hace más fuerte.

Sé que al acercar la mano al que está dispuesto a ayudar es un acto de entrega, decir en voz alta: cógeme el corazón, descubre lo que hay dentro de mí, debajo de la coraza hay un corazón que necesita ser acogido.

Puede que tú también te digas a ti misma: yo puedo sola.

Estoy segura de que es así. Plantéate si puedes, pero también si debes. A veces el camino es más seguro, más fácil cuando vas de la mano de alguien. Eso no va a evitarte caer, pero si tener una mano disponible para ayudarte a levantarte. Para animarte a seguir, porque en mi casa siempre dicen: quién tropieza y no cae adelanta y quién cae ya sabe como levantarse.

Te tiendo mi mano, yo no sé más de tu camino que tú. Tú eres la experta en tu vida, conoces el escenario, los personajes y a ti misma como nadie podrá conocerte.

Sí, hay una cosa que yo puedo aportarte, una mano para ayudarte a levantarte, un mapa para ubicarte mejor en el camino y herramientas que te permitirán avanzar hasta donde quieras llegar. Si te apetece hacer el camino acompañada o conoces a alguien que necesita de una mano para levantarse y seguir aquí estoy para ti.

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