Halloween, el día de los muertos, todos los santos. En muchos lugares y tradiciones, con un nombre u otro es el momento del año de honrar a los ancestros.
Quizá habrás oído antes sobre la festividad de Samhain, es la festividad de origen celta que ocurre del 31 de octubre al 1 de noviembre.
Es también el año nuevo celta en el que se celebra la cosecha, el final de la recolección, cuando la estación del año pasa de la luz a la oscuridad. Transitamos el otoño para adentrarnos en el invierno después de haber recolectado los frutos del campo.
Las estaciones del año, la temperatura nos acompaña a atravesar las estaciones internas y antes de adentrarnos en el invierno es importante tomarnos un momento para honrar a nuestros ancestros conocidos y desconocidos.
Somos herencia y a la vez decidimos cuál escogemos traspasar. Honrar el linaje, los ancestros nos acerca a la herencia que llevamos con nosotros mismos. Reconocemos la historia de nuestra familia que forma parte de quiénes somos también.
Hay personas que honran a los muertos con una oración, yendo al cementerio a visitarlos, con una vela encendida o simplemente meditando con la intención de honrar el linaje.
Estos pequeños rituales anuales que se han quedado en nuestro calendario como días de fiesta en el trabajo tienen una razón de ser. Son momentos de transición, reunión y celebración. Y pueden ser hacia dentro, como el invierno y el otoño, de reflexión y contacto con tu ser o para fuera como la primavera y el verano, el tiempo invita a la socialización, a la recolecta cuando la huerta es más abundante.
Sea como sea tu tradición, tus creencias, encontrar estos pequeños momentos para conectar con la naturaleza, con sus ciclos que compartimos, nos devuelve a nuestro hábitat natural, ser uno.