Es la una de la madrugada, la casa está en silencio con la oscuridad de la noche y estaba a punto de ir a dormir cuando se me ha ocurrido la genial idea de mirar Twitter.
Y como una patada en el estómago he visto una crítica (en catalán) sobre mi libro En tus zapatos, la magia de conectar con los demás.
Me ha caído en la cabeza un jarrón de agua fría, mojada y con la crítica pegada a la ropa y sin poder desprenderme de ella me he entristecido.
La crítica se nos pega a la piel. Como una garrapata me ha chupado la sangre y ha seguido haciendo su camino, adentrándose en mis debilidades, minando mi autoestima hasta que ha llegado al suelo mojado de mi duda.
He sentido rabia, he dudado de mi misma. Quizá no sé escribir, quizá no debería escribir libros infantiles, puede que no sea lo mío. Quizá es verdad que no tiene valor literario y es un artefacto literario, como dice Gloria, una bomba de autoayuda disfrazada de literatura. ¿Qué es literatura? Me pregunto si tiene razón… Sí me merezco esa estrella pobre y solitaria. ¿Tan malo es?
Estoy confundida. La coach que llevo dentro, el entrenamiento de todos estos años sale al rescate de esta duda, rabia y tristeza profunda que siento. No me siento valorada, como es posible que no haya visto todo el trabajo que hay detrás, que no vea aquello que los niños de 5 años sí ven.
El mundo está lleno de opinionólogos, personas con una opinión y la crítica de estos nos llega como si fuera la opinión de alguien que nos importa. Es alguien con criterio, que sabe de lo que habla y si dice que es una mierda será porque es verdad…
¿Sí? ¿Seguro? Cuántas veces has oído una crítica que te ha herido, que te ha llegado a lo más profundo de tu corazón y te preguntas, pero ¿Por qué me afecta tanto? ¿Por qué esa persona no ve lo que yo veo?
Quisiéramos que las críticas no llegaran nunca, que no hubiera nada de verdad en ellas y pudiéramos ignorarlas y apartarlas de la mente. Siempre hay un 1% en las críticas que es cierto y nos aferramos a ello, nos apaleamos con ese 1% hasta sangrar.
¿Y si resulta que debería focalizarme en las opiniones que sí me importan?
Poner el foco en esos niños de la escuela que me pidieron por favor que escribiera otro libro de Mimi. Esas madres que me escriben y me dicen que al leer el libro sus hijos han ido corriendo a buscar los zapatos de su papá para ponerse en sus zapatos. Aquellas maestras que trabajan la empatía día a día con fichas basadas en el libro y enseñan a seres humanos diminutos a aprender a empatizar.
Con solo una crítica he olvidado todo eso, se ha borrado de mi corazón y la siento como una espina clavada. A las maestras, a los niños, sus comentarios, los números de ventas, los agradecimientos… En un segundo lo he enterrado todo y solo brillan en mi cabeza esas frases de crítica.
Me cambio de ropa, no quiero ir mojada de crítica. Me sereno, cojo perspectiva y me digo: Yo decido qué opiniones me importan.
Tú decides que opiniones te importan y por una crítica no puedes borrar todas las opiniones valiosas que has recibido.
No duele menos, no es más fácil, pero la perspectiva y la empatía ayudan a saber de qué opiniones quieres empaparte y salir a bañarte con ellas bajo el agua de la lluvia y no el agua fría de un jarrón que puede que no te importe tanto por más que parece que en ese momento el mundo se acaba.
Perspectiva para ver las críticas desde un ojo crítico. Replantear si realmente es verdad, coger la verdad y analizarla, y poner encima de la mesa las críticas y también las alabanzas.
Recuerda que para gustos, colores y que no te va a querer todo el mundo. No eres una croqueta.
P.D. : No te va a querer todo el mundo es un libro de Isabel Coixet que estoy devorando a bocados agigantados como cuando abro la boca para comer un bocata de tres pisos. Te lo recomiendo mucho. Ella dice en su ante prólogo: (…) Si he ofendido a alguien con ellos, pido perdón desde ya, porque mi intención era esa.