Ese milisegundo en el que pasan por mi cabeza las noches sin dormir, el espacio mental que requiere cuidar de una vida, un ser humano, de las tareas invisibles que se hacen y pasan desapercibidas. Que nadie ve.
Solo ves aquello que tú haces, tu tiempo, tu esfuerzo, tus tareas. ¿Y las mías? ¿No tienen el mismo valor? El agradecimiento no lo siento, no lo recibo. No me ves. Mis sentimientos te molestan, los apartas a un lado de la carretera, en la cuneta.
Ese lugar donde los conductores concentrados en llegar a su destino no reparan, no invierten su mirada en ver quién hay parado a un lado del arcén.
Con un chaleco fosforito amarillo, hago señales, me comunico, expreso que el coche ya no anda, no es por falta de gasolina es por falta de valor.
Me pregunto si dejaremos los sentimientos allí al margen de la carretera y se los llevaran al desguace o en algún momento aparecerá la grúa y los sacaran. Me sacarán de allí.
Cuántas veces nos sentimos en el arcén y la grúa no llega. Llega el sonido de los cláxones de otros coches alto y claro. Y sus discursos invaden mi tristeza: ¿Qué haces allí parado?! Estás parando el tráfico!
El sentimiento aparece, es inevitable y entramos en bucle. Como puede ser, porque a mí, porque…
Párate un momento y respira. Para y sal de ti un segundo, observa la cuneta y tus sentimientos desde otro lugar. No todo lo que sientes lo piensas ni todo es verdad.
Hay algo que se te ha escapado. Ha habido agradecimientos, seguro hay actos de valoración, palabras que con el sentimiento se las ha llevado el viento pero también están ahí. Ni es blanco ni es negro. Hay más realidad que con la tristeza, la rabia que sientes las ha borrado.
Perspectiva. En el momento que ponemos un siempre: es que siempre… O en el momento que ponemos un nunca: nunca haces, nunca dices…
Generalizamos, perdemos de vista las aristas de lo que está sucediendo. Dale la vuelta. ¿Tú valoras al otro? ¿Tú agradeces?
Práctica la figura del observador. Si alguien no te valora piensa si tú te valoras, si tú pones límites, si tú valoras, si tú agradeces, si te comunicas si te expresas. Si pones encima de la mesa tus necesidades, si el otro las sabe y lo recibe.
La comunicación es cosa de dos, el otro tiene sus dificultades como tú tienes las tuyas. Ocúpate de lo que sucede en tu campo, de lo que tú puedes cambiar en ti.Si tú cambias todo cambia.
Y a veces tu cambio no será suficiente, a veces llegamos a la conclusión que somos el coche en la cuneta y también somos nuestra propia grúa. Te puedes sostener tu sola, puedes y debes gestionar lo que te ocurre. Sálvate tú.
Y si la conclusión es dejar ir esa relación está bien. Si la conclusión es trabajarla, mejorarla para que todo el mundo esté bien, trabajarla. Y si te das cuenta de que tú debes trabajar en tu gestión, en tu observación ponte a ello.
Es duro no sentirse valorado, pero más duro es saberlo y no hacer nada al respecto pensando que depende de otro. Depende de ti. Valórate.
No hay mejor relación en la que trabajar que en la de uno mismo.