Momentos de mierda y la fe. Si, la fe.

¿Alguna vez has trabajado duro y los resultados no llegan? Frustrada y cansada de que la vida sea difícil y parece que los obstáculos llegan de 2 en 2 y cuando saltas uno hay una cola esperando con cientos de obstáculos.

Sé como te sientes, cerrarías el chiringuito de tu vida e irías a vender cocos a una playa del Caribe. Bueno, eso es lo que yo me digo en esos momentos en los que la vida me atropella, no veo la salida y estoy cansada de luchar. Quizá tu no venderías cocos, o quisieras meterte en una cueva y no salir hasta que haya pasado la tormenta.

En estos momentos me repito en bucle en mi cabeza: Este momento te prepara para algo genial que aún no ha pasado.

Utilizo la fe.

Si ya sé, queda muy religioso o ingenuo tal vez, pero dame una oportunidad para llevarte a este espacio de fe, de saber que no hay forma que no seas recompensada con lo duro que has trabajado. Algo genial va a pasar, pero aún no lo sabes. Estás en el camino difícil, normalmente ese es el bueno, sigue por ahí.

Cuando entras en el espacio de víctima, cuando te tratas mal en tu cabeza, cuando quieres tirar la toalla, cuando te dices una y otra vez que estás cansada, ya no más. En ese momento:

Tienes que creer que este momento, esta dificultad, te prepara para algo genial que aún no ha sucedido.

Resiliencia, fe, paciencia, creer, confiar, llámale como quieras. Estar en el camino viene con dudas, con adelantos y retrocesos, con obstáculos y con momentos de mierda no te voy a engañar.

Saber que hay una razón por la que está pasando te hace mirar al futuro, serenarte, respirar, pegar cuatro gritos y coger fuerzas para seguir.

Estoy tan orgullosa de todas vosotras en los círculos PAS, no os podéis imaginar la ilusión que me hace cuando compartís vuestros logros y orgullos con el grupo y a la vez estos momentos en los que parece que el mundo se acaba.

La magia del grupo, del resonar con otras vidas, otras voces que se hacen tuyas. El reflejo, la conexión con el camino del otro que se parece el tuyo, aprender de escuchar, pero sobre todo tener esa fe para ti, la misma que tienes para la compañera. Crees en ella, en su capacidad, sabes y conoces su sabiduría, saber que puede aunque ella lo olvide. No te olvides de ti, cree en ti. Ten fe.

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