Ser empático es poseer la capacidad de poder sentir lo que los demás sienten en nuestro propio cuerpo. Esto conecta a las personas altamente empáticas de una forma única con el otro, pues somos capaces de entenderlo sin juzgarlo, brindarle compasión y amor incondicional de manera desinteresada y generosa.
Las personas empáticas poseemos un don especial por nuestra alta sensibilidad, esto me hizo comprender que mi naturaleza empática es una habilidad extraordinaria que me define como ser humano. Mi libro El Arte de la Empatía brinda la posibilidad a los empáticos de cultivar este talento y ofrece herramientas para aprender a utilizarlo en lograr su propio bienestar y crecimiento personal.
El Equilibrio entre la Cabeza y el Corazón
Para ejercitar el don de la empatía es importante que exista un equilibrio interno de la persona empática o la integración del yo, por eso para trabajar en tu talento empático es necesario que exista la integración de todas las partes de tu personalidad como un todo y en armonía: La alineación de tus emociones y sentimientos con tu lógica y tu racionalidad, tu cuerpo y sus reacciones al entorno y tu alma o espíritu.
Como tradicionalmente se asocia mente con inteligencia, la mayoría de las personas están muy conectadas con la mente, pero dejan de lado la dimensión emocional que forma parte de nuestra naturaleza. Frente a eso, las personas altamente empáticas debemos integrar las emociones y la mente racional, ser conscientes del cuerpo y cómo nos habla y estar conectados con lo que llamamos espíritu o alma, es decir, la esencia del individuo.
Como persona empática, tu cuerpo, tu mente, tu corazón y tu espíritu son más sensibles a los estímulos externos y más conscientes de lo que sucede dentro de ti. Aprender a confiar en tus capacidades y habilidades con ser empático abre un mundo de posibilidades para lograr lo que te propones. Todo empieza en ti, en cómo tú te percibes. Cuando tú te respetas, cuando crees en ti, cuando eres consciente de todo lo que tú eres, no hay límites y allí es cuando se comienza a manifestar el gran poder del don que poseemos las personas altamente empáticas.
Identifica tus Emociones
Los empáticos tenemos en las emociones el motor de la empatía. Como personas empáticas, las emociones a flor de piel forman parte de nuestra naturaleza sensible, por lo que las personas altamente empáticas solemos simplemente reaccionar ante cualquier ataque a nuestros valores, nuestras creencias o a nuestra esencia. Es necesario entonces que, para desarrollar nuestro talento empático, las personas altamente empáticas se comprometan en un proceso consciente de identificación emocional.
Emociones Primarias
Las emociones primarias son emociones naturales orientadas a la supervivencia y comunes en la especie humana. Podríamos considerarlas como universales, independientemente de la cultura de la persona. Se trata de emociones que aparecen de forma automática cuando peligra nuestra supervivencia o nos hallamos ante algún tipo de amenaza o agresión, ya sea física, verbal o de traspaso de límites.
Emociones Secundarias
Las emociones secundarias son algo más complejas y se pueden definir como la elaboración mental que hacemos de las emociones primarias. Es decir, serían el resultado de la reflexión sobre las emociones primarias: cuando las emociones primarias no pueden aflorar de forma natural, las emociones secundarias salen a la luz para confundirnos
Por lo tanto, para los empáticos entender nuestras emociones e identificarlas nos ayudará a ser capaces de regularlas y actuar en consecuencia. Esto te ayudará a mantenerte fiel a las firmes convicciones que posees por tu naturaleza empática, sin dejar de lado tu parte emocional, que estará ahí para hacer saltar la alarma cuando algo no vaya bien o por cualquier otra razón que haya desencadenado una reacción emocional.
Identifica las emociones de los demás
Cuando hayas aprendido a identificar, procesar y liberar tus propias emociones como persona altamente empática, tendrás todas las habilidades necesarias para entender las emociones de los demás de forma equilibrada. Es decir, el trabajo siempre empieza con nosotros: cuando somos capaces de entender y regular nuestras propias emociones de forma saludable, logramos ponernos en el lugar de otras personas y entender sus emociones.
Cuando entendemos a la otra persona, inevitablemente somos empáticos. Utilizamos palabras no hirientes sin dejar de ser auténticos, con lo que se logra un buen equilibrio entre la honestidad, la integridad y el respeto en la expresión de nuestros pensamientos y/o sentimientos, esto precisamente es parte de los rasgos distintivos de las personas empáticas y de la expresión positiva de su maravilloso don.
El Balance entre el tu mundo interno y el exterior
Entender qué sentimos es parte de la experiencia humana. De ahí que la identificación constituya un factor clave, ya que cualquier emoción que surja tiene una razón de ser, y sentirla, aceptarla e identificarla utilizando la lógica —pero también el cuerpo— nos hace conscientes de nuestros porqués.
Como personas altamente empáticas es indispensable comprender que cuando entiendes las emociones del otro no significa compartir el diagnóstico o el resultado de la reacción emocional de la otra persona. Sin embargo, entender sí que nos acerca como seres empáticos a la realidad del otro y a la causa de su reacción, comprendiendo su situación y el contexto en el que ha ocurrido.
Es importante que los empáticos nos tomemos el tiempo para reconectar con nuestro propósito de vida. Escuchar todas las señales de nuestro cuerpo, del corazón, de la mente y de nuestro espíritu, que nos proporcionan esa profunda y sensible conexión como ser empático. Pondera tu vínculo emocional con el otro, ofreciéndole tu talento empático sin que ello perturbe tu equilibrio interior. Eres poseedor de un don extraordinario que puedes educar y fortalecer para tu bienestar. Cuando logres el balance de tu naturaleza empática te sentirás alineado, te sentirás en paz, serás uno.