La empatía en los niños es una de las destrezas clave de la inteligencia emocional infantil. La empatía infantil es la capacidad que tiene un niño para comprender los sentimientos de las personas a su alrededor. El desarrollo de la empatía en niños es posible en tanto padres y educadores les ayudemos a fomentar la habilidad de reconocer las emociones de otras personas, saber escucharlas y ponerse en su lugar para entender cómo se sienten.

¿Qué es la empatía infantil?
La empatía en los niños es una aptitud básica para cultivar relaciones sociales saludables y la creación de vínculos afectivos satisfactorios a lo largo de su vida. La empatía empieza a manifestarse en la infancia y es una cualidad que puede educarse y potenciarse. La capacidad empática en los niños se beneficia del ambiente familiar, pues son los padres quienes fomentan la forma de expresar emociones y de cubrir las necesidades afectivas de los hijos. En un entorno en donde se coarte la manifestación de afecto y preocupación hacia ellos y hacia otras personas, los niños tenderán a comportamientos no empáticos y a tener más dificultades para descubrir y comprender los sentimientos de los demás, así como los propios. A menudo escucho el clásico comentario de “Mi niño no comparte”… Es común que a edades tempranas los niños pasen una fase en la que les cuesta compartir y ponerse en el lugar del otro. Los comportamientos no empáticos en niños pueden acentuarse en función de la calidad empática que les rodee, puesto que sus capacidades cognitivas y emocionales son moldeables, influenciables e incipientes. Sin embargo, es posible enseñar empatía a tus hijos a través de actividades educativas, prácticas y recreativas que les permitan dimensionar el mundo emocional de quienes les rodean.¿Qué es el cociente de Empatía? Y cómo se mide en niños
El cociente de empatía es una medida que es posible obtener evaluando aspectos cognitivos y afectivos de la persona a través de un cuestionario. Dicha prueba fue desarrollada por el psicólogo Simon Baron-Cohen en la Universidad de Cambridge. El cociente de empatía es el resultado de cuantificar la capacidad de captar los pensamientos y sentimientos del otro, junto con la habilidad de dar una respuesta emocional apropiada a los mismos. Posteriormente, se han ido desarrollando escalas específicas para medir el cociente de empatía en niños, las cuales se basan en valorar las reacciones y respuestas antes diversas situaciones que le son familiares, cotidianas o conocidas, usando instrumentos como cuestionarios de preguntas que orientan a los niños a identificar emociones, reconocer expresiones faciales y corporales y las consecuencias de sus acciones en el ámbito emocional de los demás.Test de Empatía para niños
La empatía en niños es una capacidad que les permite entender y compartir los sentimientos de los otros. Al cultivar la empatía infantil, los niños son capaces de ocupar de manera consciente el lugar de otras personas para comprender mejor cómo se sienten, además los ayuda a ser más respetuosos, solidarios y a conectarse mejor con su entorno. A partir de los tres años los niños empiezan a demostrar signos de empatía porque pueden reconocer algunas emociones básicas, como dolor, enojo o tristeza, en otros. Por tanto, es posible estructurar estrategias para el desarrollo de habilidades empáticas en los más pequeños mediante la aplicación de un test de empatía para niños a través de preguntas reflexivas adecuadas a su edad y relacionadas con situaciones que le resulten familiares y conocidas. Usando recursos didácticos, como los cuentos infantiles, se puede calibrar el nivel de comprensión emocional y empática de nuestros hijos de forma entretenida.Comportamientos no empáticos en niños
La empatía es una cualidad que requiere de aprendizaje y entrenamiento, igual que ejercitar los músculos, estimular las habilidades empáticas implica practicar una rutina de ejercicios para mantener la empatía activa y tonificada. La empatía infantil se va desarrollando con la influencia del entorno y es importante para la creación de vínculos sociales saludables que los niños empiezan a establecer desde temprana edad. La actitud y la conciencia emocional de los padres son fundamentales para que un niño desarrolle empatía, por el simple hecho que desde pequeños imitamos a nuestros padres o cuidadores y luego jugamos a ser “otros” como policías, maestras o superhéroes. Los comportamientos no empáticos en niños también se aprenden del entorno donde este se desenvuelve. Los niños, como los adultos, somos empáticos cuando el espacio que nos rodea es seguro y confiable. Según la psicología infantil, es normal que los niños atraviesen una fase egocéntrica, pero también es cierto que los comportamientos egoístas son una manera de proteger su espacio y sus cosas, para sentir seguridad y cobijo. Trabajar la empatía en niños implica manejar la seguridad del espacio individual (juguetes y áreas propias para el juego) y acompañarlo del colectivo (juguetes compartidos con hermanos y amigos, zonas de juego colaborativo)¿Cuándo se puede decir que un niño demuestra comportamientos no empáticos?
- Cuando sienten necesidad de proteger su espacio. Los niños son empáticos cuando están en un espacio seguro, de lo contrario funcionan desde el sistema nervioso simpático (lucha – huída – supervivencia) que los alerta y los hace sentir vulnerables. Por tanto, no dejarán sus juguetes al alcancen de cualquiera porque deben salvaguardar su área personal y esto tenderá a afianzar comportamientos no empáticos.
- Cuando demuestra indiferencia hacia el estado emocional de otros. El niño no expresa compasión o solidaridad con sus pares. Un niño cuyo concepto de sí mismo esté por encima del otro sentirá menos empatía en ayudar al hermano o al amigo que ha caído del tobogán
- Cuando tienden a burlarse y a juzgar a otros niños o cuando no son capaces de dimensionar el daño emocional que pueden ocasionar humillando o calificando a otros niños o a las personas de su entorno. Los niños pueden llegar a ser hirientes y no ser consciente de ello, sin embargo es importante que los padres les hagan ver – con la práctica de la máxima “no le hagas a otro lo que no te gustaría que te hicieran a ti”- que la falta de empatía afecta negativamente las relaciones con las personas.
- Cuando no canalizan sus emociones negativas. Un niño que apela a la violencia verbal y corporal hacia otros para manejar la ira tenderá a desarrollar comportamientos no empáticos y a lastimar a los demás. El manejo de la comunicación es clave para ayudarlos a gestionar adecuadamente emociones negativas y a no descargarlas agresivamente contra otros.
- Cuándo están en un permanente estado de competitividad. La sobreestimulación a competir es un signo de la sociedad actual. Los niños están expuestos a la presión de ganar en todo: el primero que termina la comida, el primero en correr más rápido, el primero de la clase… y los padres incitan a este tipo de comportamientos cuando caen en la comparación y en el afán de reconocimiento de sus hijos. Esto logra que los niños no puedan lidiar con el fracaso y por tanto no sean empáticos con otros que no tengan las mismas capacidades que ellos.
- Cuando no hay empatía en su entorno: los niños que crecen en entornos empáticos, con referentes emocionalmente saludables, pueden reconocer y canalizar sus propias emociones más fácilmente y por tanto lograr ponerse en el lugar del otro. Si por el contrario, en la familia hay carencias afectivas, maltrato y ausencia de comportamientos altruistas, solidarios y amorosos es bastante probable que no tengan interés en procurar el bienestar de los demás.